Julian Assange, fundador de WikiLeaks, sigue detenido en la prisión de máxima seguridad del Reino Unido, Belmarsh, a la espera del desenlace de un largo proceso judicial relacionado con cargos de espionaje, razón por la cual la salud del activista se ha visto comprometida.
Assange, de 48 años de edad, ha perdido mucho peso en los últimos meses y su estado de salud es muy débil, por lo que ha sido trasladado varias veces al hospital de la prisión, según informa Proceso.
WikiLeaks informó en su página web que Assange fue trasladado al hospital de la prisión después de una «drástica pérdida de peso» y complicaciones de salud, y «está tan mal que casi no puede mantener una conversación».
«La salud de Assange ya se había deteriorado significativamente luego de siete años en la embajada de Ecuador, donde estuvo en condiciones incompatibles con los derechos humanos básicos», explicó WikiLeaks.
John Shipton, el padre de Assange, informó a World Socialist Web Site (WSWS), que su hijo «podría morir» en prisión, como resultado de las terribles condiciones en las que se encuentra.
Muchos de los conocidos y familiares de Assange se han visto preocupados por esta situación, entre ellos, su hermano Gabriel Shipton, el periodista y cineasta John Pilger, la diseñadora de moda Vivienne Westwood, la actriz Pamela Anderson y el relator especial de la ONU, Nils Melzer.
WSWS afirmó que Assange «sería la víctima de un intento de asesinato en cámara lenta por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia».
«Hay muchas razones para acusar a Washington, Londres y Canberra por haber planeado la muerte de Assange, al preferir esa opción en lugar de años de un proceso político para extraditarlo del Reino Unido a Estados Unidos, en un juicio amañado por cargos de espionaje», agregó.
También aseguró que Assange permanece detenido en una celda pequeña en completo aislamiento de 21 a 23 horas al día, no tiene acceso a información externa ni llamadas telefónicas, y no se le permite visitar la biblioteca de la prisión. Tiene prohibido interactuar con otras personas, a excepción de un grupo reducido de guardias.
Cuando Assange abandona su celda, se le prohíbe comunicarse con otros presos, y solo puede pasar algunos minutos en el patio cubierto de la prisión, donde es vigilado por varios guardias de seguridad armados.
Se le permiten dos visitas de dos horas y media al mes, las cuales aprovecha para mantenerse en contacto con sus allegados y amigos, integrantes de WikiLeaks y sus abogados.
«Ha perdido mucho peso, y de acuerdo a los más cercanos a él, presenta señales de desorientación mental, a pesar de su absoluta determinación de seguir dando pelea», añadió WSWS.
Esto ocurre desde que las autoridades de Ecuador le retiraron el estatus de asilo político, y fue arrestado y llevado a la prisión de Belmarsh el pasado 11 de abril.
Julian Assange estaba en asilo político desde el 17 de junio de 2012, dos años después de haber sido arrestado en Londres luego de un pedido de la fiscalía sueca por delitos de violación y abusos a dos ciudadanas de Suecia.
Las autoridades estadounidenses lo acusan por haber participado en actividades informáticas en complicidad con la ex agente de inteligencia del ejército estadounidense, Chelsea Manning (antes Bradley Manning), quien suministró a WikiLeaks miles de documentos clasificados.
Por más de siete años, Assange fue sometido a una «detención arbitraria» en la embajada de Ecuador y a torturas por parte del Reino Unido, según la ONU.
La ONU criticó duramente al gobierno británico por haber rechazado a Assange pedidos para abandonar la embajada y de ese modo recibir tratamiento médico.
«Incluso después de que la investigación contra Assange finalmente fue abandonada por Suecia en 2017, el gobierno británico no bajó los brazos. Por el contrario, colaboró con Washington para presionar a Ecuador a fin de cortar toda comunicación con Assange, y finalmente poner fin a su asilo», explicó WSWS.
WSWS también mencionó que durante ese período, sucesivos gobiernos australianos, como parte de su alianza estratégica con Estados Unidos, «apoyaron por completo las flagrantes violaciones contra los derechos y libertades de uno de sus ciudadanos y se negaron a defenderlo».
Assange debía ser liberado el 22 de septiembre pasado luego de cumplir la mitad de su actual sentencia por violar las condiciones de su libertad bajo fianza, que cometió durante su permanencia en la embajada de Ecuador.
Vanessa Braitser, juez del Tribunal de Magistrados del distrito de Westminster de Londres, decidió que Assange siga preso debido a su historial de evasión, pues existen «indicios sustanciales» para temer que pueda volver a evadir la acción de la justicia.
El 25 de febrero de 2020, Assange se enfrentará a una audiencia de extradición a Estados Unidos por 17 cargos de espionaje y uno de conspiración, que pueden suponer una condena de hasta 175 años de prisión.